martes, 8 de mayo de 2012

Junto a mi taza de té



Con una taza de té bien calientito entre las manos, me pongo a pensar qué a significado para mí esta parte de la asignatura. 


Como bien han dicho mis compañeros, nos encontramos antes una asignatura totalmente imprescindible en nuestra formación como maestros, ya que la literatura infantil, por suerte, nos acompañará todos los años que demos clase, y espero, no nos abandone en el resto de años que nos queden por vivir. 


Dentro de este bloque, nos hemos sumergido en las profundidades de la literatura infantil, conociendo un poquito más de su historia, algo que considero muy necesario para empezar a abordarla en todos sus aspectos. Más adelante, hemos aprendido a analizar un cuento, una actividad muy pero que muy necesaria para poder crear nuestra futura biblioteca de aula, ese rinconcito donde guardaremos los tesoros con los que disfrutarán tanto nuestros alumnos como nosotros. Y para que ese rincón sea realmente mágico, debemos saber seleccionar adecuadamente los libros que vayamos incluyendo, de forma que realmente sean con los que los niños no solo imaginen, sino que también crezcan. 


Tenemos en nuestras manos una labor sumamente importante, la de educar, la de guiarles en sus primeros pasos hacia la madurez, y para ello hemos de saber tratar todos los aspectos necesarios de forma profesional y humana, y sin duda, adentrarles en el mundo de la lectura, asentar las bases de unos futuros lectores, es una de las tareas más importantes, y si lo hacemos correctamente, estoy segura de que nos lo agradecerán con el paso del tiempo, ya que gracias a nosotros, podrán coger un libro y hacer que todo su alrededor desaparezca por un instante.

Viajando al corazón de un libro


DATOS BÁSICOS

Título: “¡Menuda Sorpresa!”                              Ilustraciones: Debi Gliori
Autor: Debi Gliori.                                              Diseño: Ian Butterwhorth
Año 1ª Edición: 2002                                        Título original: Penguin Post
Editorial: Grupo editorial CEAC                      Traducción: Marta Mabres.

FORMATO

Tamaño: Mediano.

Grosor del papel: Medio

Encuadernación: Gruesa

Ilustraciones: Los personajes son reconocibles. Las ilustraciones, además, tienen muchos detalles y los dibujos concuerdan con el texto.

Formato de texto: Letras grandes y reconocibles. Existe equilibrio en el texto de cada página.

CONTENIDO

Tema:  La llegada de uno más en la familia.

Estructura: Lineal con nudo acumulativo.

Personajes: Un personaje principal (el pequeño pingüino), y varios personajes secundarios       (sus padres, su hermanito, y los amigos a los que entrega los paquetes)

Lenguaje y estilo: Utiliza palabras sencillas y frases simples. Esporádicamente, el autor incluye alguna palabra quizás no tan conocida por los niños, pero necesaria para ampliar su vocabulario. Respecto al estilo, es texto ágil y fácil de leer, sin intencionalidad poética. Además, incluye breves diálogos que hacen una lectura más amena.

Contexto espacio-tiempo: El cuento está ambientado en el Polo  y su situación temporal es indefinida.

Valores: Se parte de valores positivos para finalizar con valores también positivos.

VALORACIÓN PERSONAL

Sin duda, lo primero que he pensado al terminar la lectura del cuento, es que es un libro muy indicado para niños que pronto tendrán un hermanito, ya que les muestra cómo la llegada de uno más a la familia es algo positivo, intentando evitar así esos celos tan propios en niños de estas edades.

Además, nos muestra otros valores como la constancia y la amistad. Por un lado la constancia, ya que el protagonista desempeña un largo recorrido repartiendo los paquetes sólo para ayudar a su mamá, siendo éste un valor muy positivo. Por otro lado, la amistad, ya que el libro finaliza con un gesto muy amistoso por parte de los animales del Polo hacia el pequeño pingüino, con la intención de demostrarle lo que le quieren y todo lo que confían en que será el mejor hermano mayor del mundo.

Por ello, creo que es un libro muy apropiado, no sólo para niños que vayan a tener un hermanito, sino para cualquier niño de ésta edad en la que es tan importante inculcarles valores positivos.

Sin embargo, si he de destacar algún detalle que quizás no me ha gustado tanto, he de hablar de la ilustración de la portada, ya que no me parece que sea todo lo llamativa que debería de ser, sobre todo para niños de estas edades.

Pero, por lo general, es un cuento que me ha dejado muy buen sabor de boca al leerlo, y sin duda lo apuntaré para incluirlo en mi futura biblioteca de aula.

domingo, 6 de mayo de 2012

Volando por la literatura infantil



Cálida como la luz de esa vela que iluminaba la habitación debía  ser la inspiración que buscaba Dorotea. Por más que daba vueltas y vueltas alrededor de una misma idea,  no encontraba la manera de amoldarla y hacer que encajara exactamente con lo que tenía en mente.


Cansada ya de divagar ante el mismo silencio de la nada, decidió hacerse un té. Le gustaba hacer té. Más aún si afuera la lluvia rasgaba los cristales con su dulce contoneo. Pensó que, con aquel crepitar de fondo y en el calor de la cocina, aquello que buscaba llegaría. Pero no hubo forma. Ni las tímidas gotas de lluvia ni el calor de los vahos del té traían consigo una esquinita de inspiración. Y el día de la conferencia cada vez estaba más próximo.


Pero, antes, he de presentaros a Dorotea. Dorotea es amante de esas pequeñas cosas a las que no se les suele dar importancia y, ante todo, de las palabras. Los libros en general. La literatura. Dorotea es amante de la vida y filóloga de nacimiento. Siempre supo que aquella carrera era la mejor manera de fundir su mayor pasión y su trabajo hasta hacerlos uno.


Aunque no todo en la vida de Dorotea son los libros. Su segunda pasión, esa pasión que ocupa toda su vida y la revuelve de arriba abajo, tiene nombre y apellidos: Timotea García. Su hija. Junto a ella vive en aquel pequeño templo llamado hogar, y tejían, día a día, trocitos de esa vida a la que le exprimían todo su zumo. En el templo de Dorotea y Timotea, los libros se abrazan en las paredes mientras el suave olor a té y a velas aromáticas da al conjunto un dulce ambiente de hogar.


Y, una vez hechas las presentaciones, volvamos a la concina. Allí seguía Dorotea intentando rescatar aquella idea del lugar donde se escondía.  Era esa idea la que impulsaría el maravilloso discurso que sabía que tenía que dar dentro de dos semanas ante todo el auditorio de la Universidad Autónoma.  Y debía ser un gran discurso, un discurso que les recordase a todos los estudiantes de filología lo fantástico que es ese mundo por el cual han de volar durante sus años de estudio y, a ser posible, durante el resto de sus vidas.


Finalmente, tras dar vueltas y vueltas alrededor de la mesa de su cocina, a nuestra protagonista se le ocurrió recurrir a aquel lugar donde la gente navega diariamente sin timón ni vela, aquel mundo invisible en el que vuela hasta el más mínimo detalle de nuestra realidad: Internet. Sí, sabía que internet era la solución, estaba segura que ahí se escondía esa idea que tanto se le escapaba de las manos. Pero, ¿Por dónde empezar?.


Dorotea comenzó a navegar y a navegar a la deriva, sin un rumbo fijo, sin un lugar aparente al que ir, hasta que, por casualidad, capturó un blog que le llamó la atención. En la descripción, decía que era un blog destinado a la asignatura de literatura infantil, y su escritora era una estudiante de magisterio la cual se definía a sí misma como una gran apasionada de los libros y amante de esas pequeñas cosas a las que no se les suele dar importancia. “Qué curioso”, pensó. Y, al seguir ojeando, se percató en un artículo que la autora acababa de colgar recientemente. El artículo era presentado bajo el título de “Volando por la literatura infantil”, y decía así:




Hace muchos muchos años, cuando los mamuts lucían sus grandes colmillos y la naturaleza era la protagonista de nuestro mundo, existía un hombre característico por poseer más pelos en el cuerpo que palabras en la cabeza. Sin embargo, a pesar de carecer de palabras, no carecía de ideas, por lo que un buen día a uno de estos curiosos hombres se le ocurrió pintar en una de las paredes de la cueva un dibujo que representaba uno de los comunes días de caza. He aquí el primer intento del hombre por intentar que su historia se recuerde a lo largo de los años.


Con el paso de los siglos, esta costumbre de plasmar todo lo que sucedía siguió forjándose, y fueron apareciendo otras técnicas, como los “signos ideográficos”, muy utilizados en China y en Egipto. Hasta que, un buen día, los fenicios inventaron el primer alfabeto de la historia, gracias al cual nuestras palabras de hoy día tienen sentido. Gracias a estas nuevas palabras, en los siglos posteriores la historia siguió siendo transmitida de diversas formas, como telas o tablillas de madera. Pero la verdadera revolución llegó en el año 105 DC en China, cuando el buen señor Ts`ai Lun inventó el papel. He aquí el pequeño y remoto inicio de la literatura.


Y, ¿Porqué cuento todo esto? ,  os preguntaréis. Pues bien, cuento todo esto porque a continuación voy a hacer un recorrido por la literatura, concretamente por la literatura infantil, y considero que lo más importante de algo o alguien es su nacimiento, el momento en el que empieza a crear su forma y su manera de ser.


Pero empecemos ya a ir al grano. Yo me pregunto: ¿Qué es la literatura?  La literatura no es más ni menos que un gran arte, concretamente, un arte que ha nacido por medio de las palabras.  El término literatura proviene de la palabra en latín “litterae”, lo que se entiende en español como el conjunto de habilidades, saberes y la instrucción para poder escribir y leer de una manera adecuada. En efecto, es una descripción muy concreta de lo que claramente es la literatura. Sin embargo, la literatura es mucho más que eso. Veamos que nos cuentan algunos autores.


Según Guido Gómez, la literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente, para expresar ideas de interés general o permanente. Pero hay alguna que otra opinión un poco más idealista, como la de Manuel Vicent: “ La literatura es como el mar; el arte también es una sucesión de formas que se golpean a sí mismas; es como el fuego, el aire, como los cuatro elementos, que son siempre, por una parte, inmutables, y por otra siempre cambiantes”. Bella comparación, ¿Verdad?


Una vez que nos adentramos en el mundo de la literatura, descubrimos que no solo ella es la protagonista. Existe una gran competidora, a la cual denominamos  “paraliteratura”. Y, ¿Cuál es la diferencia entre ambas? La gran diferencia entre ambas es, que el principal objetivo de la literatura siempre va a ser crear arte, el uso de las palabras siempre va a tener una intencionalidad artística, mientras que en la paraliteratura este objetivo es inexistente. En definitiva, la paraliteratura no concibe el principio de belleza en sí misma, sino a través de una utilidad. Como ejemplos de paraliteratura, podemos destacar las biografías, los artículos periodísticos, los textos moralizantes ó las fabulas.


Hecho ya un pequeño guiño a la literatura, comencemos a adentrarnos en el tema que tenemos entre manos: La literatura infantil. Y, ¿Qué entendemos por literatura infantil?
Veamos que dicen algunos autores a cerca de esta literatura destinada a esos locos bajitos, como decía Serrat.


Isabel Tejerina dijo un día de 1994 que: “Habría que decir que mientras que los buenos libros para mayores no son siempre para niños, los buenos libros infantiles sí son aquellos capaces de interesar, incluso conmover, a los adultos.”


Para Graciela Perriconi, la literatura infantil  es: “Un acto de comunicación, de carácter estético, entre un receptor niño y un emisor adulto, que tiene como objetivo la sensibilidad del primero y como medio la capacidad creadora y lúdica del lenguaje, y debe corresponder a las exigencias y necesidades de los lectores."


Juan Cervera, por otro lado, defendía que la Literatura Infantil ha de responder básica e inevitablemente a las necesidades íntimas del niño, ha de ayudarle a encontrar satisfacción y respuesta a sus anhelos, deseos, temores y pasiones.


Éstas son solo unas pocas opiniones de entre tantas y tantas que algunos autores nos brindan a cerca de esta literatura.


Ya que tengo la oportunidad, voy a exponer lo que para mí es la literatura infantil. En mi opinión, la literatura infantil no es más que un tren donde los niños comienzan a descubrir las maravillas que esconden  los libros, un tren donde la imaginación es la protagonista, un tren donde todo el mundo cabe y cuyo destino es infinito.


Y bien, continuemos…  Para adentrarnos en las profundidades de la literatura infantil, es necesario que sepamos cual ha sido su evolución a lo largo de los años y qué ha cambiado dentro de este pequeño mundo.


Como bien afirmó un día Anabel San Ripoul, cada período histórico ha acuñado un patrón preciso de infancia, lo cual se ha manifestado en los libros destinados al consumo infantil. Y es que los libros infantiles reflejan, a lo largo de la historia, el pensamiento que gobernaba cada época.


Antes de que llegaran los maravillosos años 90, el objetivo de la literatura infantil era meramente didáctico, utilizándose únicamente como recurso educativo. De hecho, el término literatura infantil no fue utilizado hasta finales del S.XX, ya que antes a esta literatura se le denominaba  “literatura para niños”.


La literatura infantil no apareció como género independiente hasta mediados del S. XVIII, ya que en los años anteriores a esta época, las pocas familias que podían permitirse leer libros, utilizaban todos los mismos, independientemente de la edad, siendo un ejemplo de estos “El Conde Lucanor” o “Las Cantigas de Alfonso X El Sabio”. Los escasos libros más destinados a niños en esta época eran abecedarios o libros que contenían normas de comportamiento social y religioso.


Por suerte, con la llegada de los siglos XVII y XVIII, la fantasía comenzó a poblar el mundo de las palabras, y por lo tanto, aumentaron los libros con carácter infantil. Un claro ejemplo de este cambio son las historias creadas por Charles Perrault, cuyas historias como Pulgarcito, Caperucita Roja o La Cenicienta, siguen acompañándonos hoy día. Sin embargo, aunque todas estas historias hoy día estén adaptadas para el público infantil, en un comienzo no fueron creadas para niños. 


Años más tarde, entrado ya el S. XIX, la fantasía continuó ganando protagonismo, y los libros destinados a los niños siguieron ganando importancia. En este hecho tienen gran relevancia la labor de los hermanos Grimm, o el entusiasmo de Hans Christian Andersen, quienes siguieron la estela creada por Perrault. Sin embargo, hay que destacar que estos escritores no son realmente autores de sus cuentos, ya que los cuentos son una recopilación de muchas  historias tradicionales pasadas de boca en boca durante años.
Pero, sin lugar a dudas, el gran momento para la literatura infantil, la época en la que al fin ganó importancia en las intenciones literarias de los autores, llegó con la entrada del S. XX. En este siglo, la literatura infantil adquirió, por fin, la autonomía que se merecía. La psicología del niño, sus intereses y sus vivencias comienzan a ser tenidas en cuenta por los escritores que elaboran mucho más sus personajes, les dotan de vida interior y les hacen crecer a lo largo de la obra. Además, a principios del siglo XX, el auge de la burguesía y la diferente concepción de la infancia, marca en Europa un punto de inflexión en la creación de literatura para niños, alejándose del didactismo de otros tiempos.


Durante este siglo, la temática de los libros infantiles evoluciona notablemente ya que, por ejemplo, la sociedad de comienzos de siglos se encontraba atormentada por el fantasma de la guerra, reflejándose esto claramente en la temática de los libros, al igual que otros hechos.


En general, la literatura infantil ha evolucionado desde las obras de contenido moral o educativo de los primeros tiempos a obras de simple entretenimiento o diversión. Pero a pesar de que ahora la denominemos literatura, en los tiempos en los que el objetivo era moralizante y didáctico, estos libros pertenecían a la compañera de viaje de la literatura, la paraliteratura. 


Por otro lado , en el siglo XX se ha ampliado de manera significativa la naturaleza y el tipo de los personajes de las historias, que ya no están protagonizadas solo por niños o animales que hablan, sino también, por seres fabulosos, como los héroes de los cómics, por criaturas fantásticas e incluso por juguetes y muñecas. Muchos de esos personajes se han hecho enormemente populares a través del cine o de la televisión, como es el caso de “Pippi Calzaslargas” (1945) de la escritora sueca Astrid Lindgren, o “Peter Pan” (1904), creado por el escritor James Barrie. Destacaron también otros libros entre los niños como: “El viento en los sauces” (1908), de Kenneth Grahame; “Winnie de Puh” (1926), de A. A. Milne; Mary Poppins (1935), de Pamela Travers, o la maravillosa obra “El principito” (1943), del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry.


En general, esto era lo que iba sucediéndose en Europa durante el S. XX. Pero, ¿Qué sucedía, mientras, en España?


Hacia finales del siglo XIX, empezó a desarrollarse en España un mercado editorial muy emprendedor. En 1884, Saturnino Calleja inició la publicación de cuentos infantiles en Madrid, con el propósito de hacer asequibles y atractivos los cuentos y libros escolares para niños. A  través de las colecciones de su editorial se difundieron los cuentos de Grimm, Andersen ó Perrault. Tan grande fue el éxito de estos cuentos, que hoy día conservamos un gran dicho español : “Tienes más cuento que Calleja”.


Como bien sabemos, la guerra civil española supuso un antes y un después en la historia de los españoles, y esto, como no, se reflejó en sus libros. Durante la preguerra, la literatura infantil vivió momentos de esplendor gracias a autores como Elena Fortun (creadora de personajes como  “Celia”), ó Bartelozzi (creador de personajes como “Pipo, “Pipa” y Gurriato”).


Más adelante, el modelo que destaca a la hora de crear literatura infantil es el modelo de “niño sumiso”, el cual es temeroso de todo lo que le rodea y acata cualquier orden sin poner en tela de juicio ningún aspecto. Este modelo se ve claramente reflejado en obras como “El Camarada” de Jose Dalmau.


Con la llegada de la guerra, la literatura infantil tuvo un gran parón, como es lógico, ya que los estómagos vacíos de la gente ni siquiera le daban cabida a la imaginación.


La época de la posguerra continuó siendo muy dura para el desarrollo de esta literatura. Sin embargo, apareció un personaje que, a pesar de no tener narradas sus historias en papel, ayudó a evadirse un poco del mundo a los niños de la época. Mediante ondas radiofónicas, Antoñita la Fantástica cobraba vida y vivía historietas con las que muchos niños se sentían identificados, ya que Antoñita ya no era el personaje de niña modelo, sino que cometía errores, hacía travesuras y observaba su alrededor con los ojos inocentes de cualquier niño.


Continuando la estela del modelo de niño travieso que acaba de aparecer, nos encontramos con uno de os grandes libros que dan nombre y apellido a la literatura española: Marcelino Pan y Vino, escrito por Jose Mª Sánchez Silva. El protagonista de este libro sigue siendo un niño con un comportamiento propio de su edad. Sin embargo, es un niño con buenos valores, y gracias a él, los niños aprenden que, a pesar de hacer travesuras, también se puede hacer el bien.


Ya finalizando el siglo, a los personajes de niño rebelde y no tan rebelde, les sigue un modelo de niño más independiente, un niño que quiere hacerse oír en el mundo de los mayores, y el cual cree que puede hacer más cosas de las que, quizás, esté capacitado. Este modelo se ve fácilmente reflejado en el libro “La ciudad que tenía de todo”, de Alfredo Gómez Cerdá.


Cabe destacar que al rededor de los años 60, nació una forma de hacer literatura infantil que rompió muchos de los esquemas que generalizaban este género: el álbum ilustrado. El álbum ilustrado no es más que un libro acompañado de imágenes, pero no son simples imágenes. Con el paso del tiempo, cada vez hay más autores que quieren hacer de sus libros no sólo una obra de arte literaria, sino también pictórica. En el  álbum ilustrado el texto y los dibujos se fusionan y se conectan, no existe lo uno sin lo otro y ambas disciplinas tienen la misma importancia.



Antes de finalizar este repaso por la historia de la literatura infantil, es necesario, hasta imprescindible, recordar a una de las mujeres que nos hizo ver la poesía infantil con ojos soñadores e ilusionados.


Gloria Fuertes nació en 1917, y hasta su muerte, en 1998, no paró de imaginara y de hacer realidad sus sueños. Gloria siempre fue una gran luchadora en ámbitos generales, y concretamente, por la poesía. A pesar de comenzar a trabajar como contable en una empresa, nunca abandonó su gran pasión, la de escribir, la de contar con palabras lo que con voz, a veces, no decía. En 1935, publicó sus primeros versos, y ya en 1939, aparece como redactora en la revista infantil “Maravillas”, donde publica semanalmente cuentos, historietas y poesía para niños. Gracias a este comienzo, Gloria empieza  ser conocida en el pequeño pero gran mundo de la literatura, concretamente en la poesía dedicada para niños. Y es en este momento, en el que nuestra autora se da cuenta de que la poesía para niños es prácticamente inexistente, y como no, ella iba a hacer que esta situación cambiara. Al iniciar este cambio, Gloria Fuertes se topó con las “ Nursery Rhynes”, unos poemas británicos tradicionales que se basaban en el estilo Nonsense. Este estilo hace referencia al pensamiento infantil, al mundo aparentemente sin sentido en el que ellos viven, un mundo ideal al fin y al cabo. Fue a partir de este encuentro entre Gloria y el nonsense, en el que nacieron la mayoría de las maravillosas poesías para niños creados por la autora. Poesías que a veces parecen carecer de sentido para la tristemente realista mente adulta, pero las cuales tienen todo el sentido del mundo para los niños.


Algunos ejemplos de estas maravillas soñadas y escritas son los siguientes:


DOÑA PITU PITURRA


Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
muy elegantes.


Doña Pito Piturra
tiene un sombrero;
Doña Pito Piturra,
con un plumero.


Dona Pito Piturra
tiene un zapato;
Doña Pito Piturra,
le vino ancho.


Dona Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
le están muy grandes.


Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
Lo he dicho antes.


DON GUINDONGUI


Don Guindongui
y don Domingo
se visten de ringorringo
muy vestidos y elegantes
con su sombrero y sus guantes.


Don Guindongui
se hace el "longui"
a la hora de pagar
las cervezas en el bar.


Don Guindongui
es muy tacaño,
no paga casa
hace un año.


Y vestido de domingo,
los domingos don Domingo
va a misa con el Guindongui.
Después toma aperitivo
en la tasca del tío Mingo,
y le tiene que invitar
don Domingo como siempre
a copita y calamar.


Y a veces cae una gamba.
¡Qué caramba!


Gran autora y mejor persona, sin duda. Y es que como bien decía ella: “No sé si me habré ganado a los ángeles del cielo, pero me he ganado a los niños de la tierra”.


Bien… ya hemos echado un pequeño vistazo atrás para ver cómo nació la literatura infantil, pero toca volver al presente. Y aún nos quedan alunas cosillas de las que hablar para terminar de sobrevolar esta parte de la literatura. Y al regresar al presente… me asalta una duda: ¿Qué tipo de libros les interesarán a los niños? Porque, como es lógico, a cada edad se tienen unos gustos y unas preferencias que van variando según vamos evolucionando con los años.


Por ejemplo, cuando éramos bebés, hasta los tres añitos necesitábamos la ayuda los adultos para empezar a entrar en contacto con los libros, por lo que ésos libros tenían que ser muy expresivos, llenos de imágines y colores, aparte de ser libros muy resistentes y con los bordes redondeados, por si nos daba por investigar con ellos.


Más a delante, cuando ya empezábamos a parlotear con más fluidez, empezábamos a hacernos también más independientes en las lecturas. Desde los tres hasta los cinco años, no seguían llamando mucho la atención las imágines coloridas y las bonitas ilustraciones, pero también comenzábamos a interesarnos por esas inscripciones a las que se les llamaba palabras, tan raras al principio pero tan familiares con el paso del tiempo. Y sobre el tema de esos libros… al principio, con tres añitos, nos gustaba mucho ver animales o personajes que se parecieran a nosotros. Pero unos añitos más tarde, empezamos a descubrir personajes que son inexistentes, personajes que nunca habíamos visto, pero de los cuales nos empezamos a enamorar.


Y cuando ya nos damos cuenta de que tenemos seis años y que esas palabras que antes nos resultaban tan extrañas, ya las empezamos a dominar, comenzamos a interesarnos por libros en los que, aparte de imágenes preciosas, se narren esas historias fantásticas que tanto nos apasionaban. Pero eso sí, las palabras y las frases aún tenían que ser bastante sencillas, ya que aún nos quedaba un largo camino que recorrer en este gran mundo de la lectura.


Después de ver cuáles eran los libros que más nos interesaban años atrás, me asalta una última cuestión. Como maestra de infantil que seré en unos años, he de conocer bien la estructura de los libros para hacer una correcta selección a cerca de los más apropiados para leer en clase. Por lo tanto, he decidido investigar un poquito a cerca de las entrañas de nuestros apreciados libros, y me he topado con que, para desmenuzar un cuento, hay que tener en cuenta dos apartados: formato y contenido.


Dentro del formato, nos encontramos con el tamaño que ha de tener el libro, el cual varía según la edad de los pequeños. Cuanta menos edad tengan, más manejable habrá de ser el tamaño del libro, por lo que, por ejemplo, un tamaño mediano iría bien para alumnos de 2º ciclo de infantil. Además, existen libros de un tamaño mucho más grande, llamados libros de aula, con los que podemos contarles el cuento muy fácilmente. Debemos analizar también el tipo de papel, ya que no para todas las edades será el mismo, siendo más fuerte y resistente cuanta menos edad tengan los niños. Respecto a las ilustraciones, es otro punto fuerte a tener en cuenta, ya que han de ser personajes reconocibles y tienen que estar secuenciadas correctamente. Y, además, no debemos olvidarnos del formato del texto, ya que si los niños están en la etapa de pre-lectura, las letras habrán de ser reconocibles, existiendo siempre un buen equilibrio de texto en cada página.


Por otro lado, una vez analizado el formato, tenemos que echarle un vistazo al contenido. Dentro del contenido, destacamos, en primer lugar, el tema. La temática de los libros, como bien veíamos antes, varía según la edad a la que estén dirigidos, destacando desde temáticas cotidianas para los más pequeños, a temáticas fantásticas para pequeños ya no tan pequeños. Además, tenemos que tener en cuenta la estructura, dentro de la cual destacamos estructuras lineales, circulares o lineales con nudo acumulativo. Respecto a los personajes de las historias, variarán según la temática del libro, pero siempre es bueno que sean personajes con los que el niño pueda sentirse identificado, sobre todo en edades más tempranas. Seguidamente, hemos de fijarnos en el lenguaje que se emplea y en la estructura de las frases, teniendo en cuenta que, en relación al lenguaje, no han de ser palabras muy complejas, pero es bueno ir incluyendo palabras nuevas; y que, en relación a la estructura de las frases, han de ser frases simples con alguna subordinada. Por otra parte, las historias siempre van a ir en marcadas dentro de un contexto espacio-tiempo, el cual dependerá, también, del tema de la historia. Y por último, no por ello menos importante, no podemos dejar pasar de lado los valores del libro, es decir, los valores que se narran a través de los personajes. Estos valores pueden ir desde un comienzo positivo, acabando en otro positivo, a un comienzo negativo acabando siempre en uno positivo.


Y bien… ¿Qué más os puedo contar? De momento, hemos entrado de puntillas pero con entusiasmo en el mundo de la literatura infantil, hemos removido un poco sus entrañas y aprendido mucho de sus pequeños detalles. Con lo cual, me doy por satisfecha, aunque sólo sea de momento, ya que éste es un mágico y maravilloso mundo que nunca debemos abandonar.




“¡Eso es!”, gritó Dorotea. Al fin había encontrado el hilo conductor del discurso que había de preparar. Hablaría de la literatura infantil, volaría de nuevo por aquel mundo que tanto la apasionaba, y el cual, estaba segura, también apasionaba a los estudiantes de filología que la escucharían el día de la conferencia.


Una vez más tranquila, Dorotea decidió que había que celebrar la llegada de su esperada idea, asique, sin pensarlo, cogió su bufanda morada, llamó a Timotea, y ambas fueron a pasar la tarde por las maravillosas calles de Barcelona, a pesar de que un trocito de la mente de Dorotea, como siempre, se encontraba divagando por quién sabe que lugar…


WEBGRAFÍA


http://www.lahuelladigital.com/%C2%BFcual-es-la-importancia-de-la-paraliteratura/


http://infantiltremanes.wordpress.com/2007/08/25/definicion-de-literatura-infantil/


http://elcuadernodeherodes.blogspot.com.es/2010/02/que-es-la-literatura-infantil.html


http://www.alonsoquijano.org/cursos2004/animateca_v2/ponencias/TRABAJOS%20FINAL/ESCENARIO%202/PARTE%20II/TEMA%205/1%20NARRACIONES%20REALISTAS%20Y%20SENTI._%20DICKENS%20Y%20ALCOTT/dickensyalcott2.pdf


http://www.alipso.com/monografias/literaturainfantil/


http://www.uprb.edu/profesor/mrocio/edpe3317/articulos/http___www.alipso.com_impresion_impresion.php_ruta=http___www.alipso.pdf


http://revistababar.com/wp/?p=37


http://www.ecured.cu/index.php/Literatura_infantil


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